RTVE, que ahora más que nunca está financiada con nuestros bolsillos, demostró un exceso de celo a la hora de vetar a ciertos candidatos para representarnos en Eurovisión. RTVE no ha querido que se repita el fenómeno Chiki-chiki, según el cual nos representó en Eurovisión un actor respaldado por una cadena de televisión ajena a TVE. Así, han descalificado a candidatos apoyados por Tele5 y la Cadena 40 de radio a pesar de contar con votos mayoritarios por parte de la audiencia.
Sin embargo, llegó la gala y se les coló un impresentable. Les está bien empleado. Y no sólo eso sino que no tuvieron las agallas de expulsarle automáticamente cuando dedicó insultos y gestos obscenos al público en un acto bochornoso que pocas veces se ha visto en televisión.
Estamos ante otro caso de incoherencia propio de un país gobernado por quienes todos sabemos. La censura existe y se practica pero se intenta que pase desapercibida. Cuando la "ciudadanía" está mirando todo cambia: se hacen ejercicios de tolerancia aún cuando no procede tolerancia alguna. Todo sea por mantener una imagen y por ser fieles a unas ideas aunque esas ideas se estén violando reiteradamente de tapadillo.
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