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martes, 6 de junio de 2006

Los Lumbreras

Primera Parte

Uno de los problemas al que nos enfrentamos los madrileños (entre otros) son las aglomeraciones que se producen a cada momento en el rincón más insospechado de la ciudad. Eso por no hablar de las horas punta. El caso es que cada vez somos más y, por ello, cada vez se vive peor.

Un gran inconveniente es tener que padecer un mal y que los que deciden no intervengan o tomen decisiones equivocadas, lo cual es bastante frecuente. Hay altos cargos que no merecen el sueldo que les pagamos. Son Los Lumbreras.

Aunque se nieguen a admitirlo, los lumbreras están bastante alejados del pueblo y desconocen las inquietudes y las necesidades de los ciudadanos. Por mucho que se esmeren en preguntar a sus subordinados o en leer la prensa, no es lo mismo tener constancia de un hecho que padecer sus efectos todos los días en tus propias carnes. Aquí está el verdadero problema.

Luego está la falta de previsión, mal endémico del “homo hispánicus”, que nos lleva a situaciones tan caóticas como las que se ven todos los fines de semana en los accesos a determinados centros comerciales con un plan urbanístico diseñado con los pies. El denominador común de muchos centros comerciales de Madrid es la capacidad para albergar miles de personas y, en contraste, unos accesos estrechos que nos hacen formar necesariamente en filas de a uno antes de alcanzar el objetivo: un parking normalmente abarrotado.

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