Despido Libre

¿bueno o malo?

La patronal CEOE ha comenzado el diálogo con los sindicatos. Pretenden suprimir los 45 días que marca la ley de indemnización de los contratos fijos, suspender el permiso administrativo para despidos colectivos, legalizar las ETT para que puedan entrar en la oferta de trabajadores indefinidos y la reducción de los ingresos netos en la nómina del ciudadano para “compartir” los gastos de la protección social que paga la empresa para que los ciudadanos “tomen conciencia de lo que cuesta la protección social”.

En toda negociación normalmente se pide más de lo que se quiere para lograr algo. Sólo ésto explicaría la cantidad de tonterías que contienen las pretensiones de la patronal. Sin embargo, el asunto del despido libre merece mucha reflexión. A veces pienso que sería paradójicamente bueno, al menos para los jóvenes. De perdidos, al río.

Está claro que en los temas laborales es el empresario quien tiene la sartén por el mango, nos pongamos como nos pongamos. Como trabajador soy el primero que quisiera tener un sueldazo y un contrato blindado que me diera seguridad y, por qué no decirlo, poder frente al jefe pero la realidad es distinta: el empresario soslaya la normativa a través de diversas fórmulas de contratación.

La precariedad en el trabajo va en aumento y, por mucho que los sindicatos logren indemnizaciones de tropecientos días por año, me temo que la normativa actual otorga herramientas al patrón para evitar compromisos laborales: contrataciones eventuales hasta agotar los 3 años y luego vuelta a lo mismo a través de empresas interpuestas con distinto NIF o creación de UTEs. Tampoco hay que olvidar la farsa de las subcontratas, otra fórmula muy extendida que conforma lo que podríamos llamar "nuevo mercado" de trabajo, y la llegada masiva de inmigrantes con la consiguiente presión a la baja de los salarios.

Ante este panorama uno llega a pensar que lo mejor es el despido libre. Así desaparecerán las rigideces del mercado laboral. La precariedad, extendida ya a todo el mundo, dependería de la coyuntura económica. Y los jóvenes, que hoy son víctimas de ese "nuevo mercado" laboral, podrán acceder a esos puestos copados por trabajadores acomodados e improductivos que son conscientes de que hoy por hoy no les van a echar a la calle. Evidentemente aquí incluyo a los funcionarios quienes, por el hecho de aprobar un examen, tienen garantizado el trabajo hasta la jubilación independientemente de su rendimiento.

La opción 2 es que las leyes corten las alas a los empresarios, manteniendo las indemnizaciones como están pero prohibiendo las ETTs, las UTEs, las subcontratas, las diversas modalidades de contratación indefinidamente eventual y las triquiñuelas para poner al trabajador en situaciones de inseguridad. Aquí hemos dado la vuelta a la tortilla y es el empresario el que queda desprotegido a expensas de cómo pinte la coyuntura económica.

En definitiva siempre es bueno que negocien, que hagan algo. Lo primordial es evitar que haya trabajadores de primera y de segunda. Yo, como trabajador, lo tengo claro: me quedo con que todos seamos trabajadores de primera (opción 2).