Todo tiene un precio
(y alguien que lo cobra)
Buena noticia: las lluvias y el deshielo suben la reserva de agua hasta el 58%. La situación vivida el año pasado era preocupante pero sigue siendo la coyuntura climatológica la que nos salva porque medidas eficaces del gobierno y/o concienciación ciudadana brillan por su ausencia.
La solución, como cuando hay algún problema de escasez, siempre es la misma: poner un precio que normalmente toma forma de impuesto, es decir, un dinero que se embolsa el Estado o el político de turno.
Así, lejos de tomar medidas para reducir la contaminación, se ataja el problema poniendo precio por contaminar y, de paso, se recauda. Al igual que cuando falta agua seguimos viendo a los de siempre jugar al golf en campos con un césped envidiable, cuando la atmósfera no aguante más seguirá recibiendo el humo del todoterreno de Borja.
Todo ello, no lo olvidemos, bajo cualquier gobierno del signo que sea; en los tiempos que corren toca el gobierno de un partido que dice ser de izquierdas (que algo de ecologista tendrá) y, por supuesto, obrero. Pero nada. Seguimos igual.
Y es que lo dijo Quevedo: poderoso caballero es don dinero.
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