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miércoles, 19 de abril de 2006

¡Monitores al Desguace!

No a la insalubridad


Que las nuevas tecnologías avancen, muchas veces es algo que debería jugar a favor nuestro. Cuando un aparato evoluciona suele ser a mejor y, en el ciclo de producción, suele llegar a una fase de maduración en la que el precio de adquisición se reduce hasta niveles en los que se convierte en asequible para cualquier bolsillo.

Hoy en día una pantalla plana de 15 pulgadas comprada al por mayor puede costar unos 150 euros y si la empresa utiliza otros medios de financiación como el renting o le leasing, seguramente no note ningún efecto demoledor sobre sus cuentas. Las pantallas planas no producen tantas radiaciones, la imagen es más estable, hace menos daño a la vista y no dan calor. Por todo ello, si las comparamos con los monitores de toda la vida, estamos ante un gran descubrimiento.

En los tiempos que corren no se concibe que determinadas empresas sigan contando con monitores de ordenador de los antiguos. Tenían que estar prohibidos por ley para garantizar las condiciones mínimas de higiene y seguridad en el trabajo. Puedo llegar a entender que algún puesto de trabajo aislado, en algún caso concreto, aún cuente con uno de estos artilugios (también habrá empresas que tengan alguna máquina de escribir...) pero cuando voy a una empresa grande y solvente y veo decenas de ordenadores con esas pantallas, algunas de ellas tan gastadas que parpadean, pienso en lo ruines que pueden llegar a ser ciertos empresarios. Como es lógico en su despacho ya hace tiempo que tienen su pantalla TFT o de plasma. Pero los curritos siguen con esos armatostes llenos de polvo, con sus radiaciones y con el calor que desprenden. Un monitor antiguo encendido más de 1 hora es como un pequeño radiador por lo que una oficina grande o una academia con decenas de monitores encendidos convierten el lugar en una sauna insalubre.

Así que a ver nuestros gobernantes si se dejan de leyes antitabaco y zarandajas de diversa índole y se dan una vuelta por las empresas comprobando las condiciones en las que estamos estudiando o trabajando.


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