Resulta cuando menos curioso oír a ciertos colectivos cuando echan la culpa de todo a los mercados. Según ellos, los mercados nos han llevado a la ruina y ahora son los mercados los que nos exigen austeridad. Y por ello concluyen que no debemos dejarnos vencer por los mercados y, entre otras cosas, que de reducir gasto público nada.
Al escuchar planteamientos de este calado, sólo caben dos interpretaciones: (1) o los que lanzan el mensaje son unos paletos o (2) unos caraduras partidarios de la dolce vita en la que todo vale: primero me endeudo hasta las cejas y luego digo que el prestamista es un malnacido y no le devuelvo lo que me dejó porque el sistema no me gusta.
No hay duda de que cuando esta gente habla de los mercados, lo hace como si del enemigo se tratara y, por supuesto, como si ellos no fueran parte de “los mercados” o no acudieran a ellos cuando necesitan algo.
Por definición los mercados son esos lugares (físicos o virtuales) en los que se cruza la oferta y la demanda, es decir, donde se fija un precio por el acuerdo entre el que quiere comprar y el que quiere vender.
En esos lugares, cuando algo es muy demandado, sube su precio. Es lo que está pasando con la necesidad de financiación de determinados países como Grecia. Como su necesidad es alta, el precio que tienen que pagar porque les financien es cada vez más alto. La diferencia de ese precio que tienen que pagar por ser financiados respecto al precio que pagan países como Alemania es lo que se llama Prima de Riesgo.
Que haya países con más necesidades de financiación que otros no es culpa de los mercados sino más bien de una deficiente gestión de las cuentas públicas. Como en cualquier hogar, si se gasta más de lo que se ingresa, hay que endeudarse. Las familias pedimos préstamos y los países tienen otros instrumentos como emitir bonos pero estamos hablando de lo mismo.
Igualmente, si hablamos de los prestamistas, no hay diferencia entre una país y una economía doméstica. Todos podemos ser prestamistas de Grecia: desde un particular que compra un bono hasta un banco. Pero hoy en día ¿qué compraría cualquiera de nosotros: un Bono alemán o un bono griego?. Es evidente que en igualdad de condiciones, todos preferimos el alemán. Por eso el griego tiene mayor interés, para equiparar la balanza…. con la prima de riesgo.
En nuestro entorno pasa algo parecido: cuando un buen cliente acude a su banco a pedir un préstamo se le cobra un interés razonable, mientras que un señor endeudado que figura en listas de morosos no es bien recibido en ningún banco y tiene que tirar de tarjetas de crédito o acudir a Cofidis para acabar pagando casi un 30% TAE.
En definitiva, espero que haya quedado claro que los mercados somos todos, que en los mercados influimos todos y, sobre todo, que los mercados ponen a cada uno en su lugar.
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