Desde que Gas Natural, tras su frustrada tentativa sobre Iberdrola, consiguiera hacerse con Unión Fenosa, los usuarios de electricidad clientes de ésta nos hemos visto afectados por el caos que tiene esta nueva organización con todo lo relativo a facturación. La fusión se produce a mediados de 2009, año en el que también los recibos pasan a ser mensuales en vez de bimensuales. En mi caso concreto, tengo tres quejas:
1)Nefasta atención al cliente tanto por teléfono como por internet donde, habiéndoles remitido innumerables quejas y reclamaciones no se han dignado a contestar ni una. Desde hace poco su web dispone de un buzón de quejas donde aparece el texto que les dejas y el estado de tramitación. Todos los días entro en mi usuario para ver si me han respondido y veo mis quejas ahí escritas con el cartel siempre de “pendiente”.
2)Desde que se produjo la fusión hasta febrero de 2010 no he tenido acceso a mis facturas. Como no me gusta acumular papel en casa, me di de alta en el servicio de factura electrónica y todos los meses me enviaban un email diciéndome “su factura ya está lista”. Sin embargo entraba en su web para descargármela y cartelito al canto: “no se han podido recuperar los datos para el contrato solicitado”. A continuación les llamaba por teléfono pidiéndoles que me enviaran la factura en papel o por eMail; me decían que sí y luego era que no.
3)Irregularidad en el cobro de las facturas. Va a llegar un momento en que me pierda. Según el extracto de mi banco, los últimos 3 recibos que he pagado fueron pagados, 2 de ellos en diciembre, 1 en enero, ninguno en febrero y, hasta la fecha, ninguno en marzo. He llegado a dudar si habrán vuelto a poner recibos bimensuales pero se lo he preguntado por email y, como de costumbre, mutis por el foro…
La verdad es que yo tenía otra idea de los catalanes. Pensaba que una virtud suya era la seriedad y la profesionalidad pero veo que de esto no hay nada. No concibo cómo una empresa tan importante puede llevar casi un año maltratando a sus clientes. Felicito a Iberdrola por haberse librado de las garras de esta gentuza que fue respaldada en su momento, todo sea dicho, por el gobierno de España.
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jueves, 18 de marzo de 2010
Argentinización
Cuando un estado corre el riesgo de caer en bancarrota, nos acordamos de Argentina. En los últimos meses se oye la palabra argentinización, aplicada al fenómeno que podría darse en España si seguimos por este camino. Cuando quiebra una empresa, los principales afectados son los propietarios, los accionistas, pero ¿qué pasaría si quebrara el Estado?... ¡si los accionistas somos todos!
Lo que ocurrió en Argentina ante todo fue una crisis de confianza. Nadie se fiaba de nadie y la economía así no puede funcionar, empezando por el sector financiero el cual basa su existencia precisamente en la confianza.
España tiene dos problemas: que (1) ya somos demasiados los que desconfiamos del gobierno y (2) que éste, lejos de dejar que sea el sector privado el que tire del carro, quiere ser el protagonista, quiere tomar las riendas, quiere ponerse las medallas propias de quien es capaz de sacarnos de una crisis.
El resultado de tan elevadas y osadas pretensiones lo estamos viendo ya. El Estado nos pide dinero para sufragar su déficit. Como hay más gastos que ingresos, nos han subido el IRPF en 2010 a la mayoría de los trabajadores y en julio nos suben el IVA a todos los consumidores.
La mayoría de las empresas, que son las que crean empleo, son pequeñas y en este último año están pasando por dificultades. Como no se vende, muchas estarán estrujándose los sesos para ver en qué medida son capaces de bajar los precios para ganar clientes sin perder dinero. Pero, sorpresa, ahora llega el gobierno y les obliga a subirlos y esa subida, que no es otra que la que supone el IVA, no se la van a quedar ellos sino que la van a tener que ingresar en Hacienda.
Entramos aquí en una peligrosa espiral. Cierto es que la subida del IVA no es exagerada (estaríamos buenos) pero el detalle ahí queda y es muy probable que sea la puntilla para algunas empresas. Zapatero ha dicho que necesita la ayuda de todos para mantener las políticas sociales, para ayudar a los más débiles. El problema es que con estas políticas, llamémoslas de represión económica, cada vez habrá más débiles y, por tanto, cada vez el Estado nos pedirá más dinero para ayudarles. Si la citada espiral entra en funcionamiento, llegaremos a un punto en que lo público será más grande que lo privado y que los débiles serán mayoría. Antes de que ocurra eso, cundirá el pánico, imperará el “sálvese quien pueda”, nadie se fiará de nadie y todo el mundo sabrá qué es la argentinización.
Lo que ocurrió en Argentina ante todo fue una crisis de confianza. Nadie se fiaba de nadie y la economía así no puede funcionar, empezando por el sector financiero el cual basa su existencia precisamente en la confianza.
España tiene dos problemas: que (1) ya somos demasiados los que desconfiamos del gobierno y (2) que éste, lejos de dejar que sea el sector privado el que tire del carro, quiere ser el protagonista, quiere tomar las riendas, quiere ponerse las medallas propias de quien es capaz de sacarnos de una crisis.
El resultado de tan elevadas y osadas pretensiones lo estamos viendo ya. El Estado nos pide dinero para sufragar su déficit. Como hay más gastos que ingresos, nos han subido el IRPF en 2010 a la mayoría de los trabajadores y en julio nos suben el IVA a todos los consumidores.
La mayoría de las empresas, que son las que crean empleo, son pequeñas y en este último año están pasando por dificultades. Como no se vende, muchas estarán estrujándose los sesos para ver en qué medida son capaces de bajar los precios para ganar clientes sin perder dinero. Pero, sorpresa, ahora llega el gobierno y les obliga a subirlos y esa subida, que no es otra que la que supone el IVA, no se la van a quedar ellos sino que la van a tener que ingresar en Hacienda.
Entramos aquí en una peligrosa espiral. Cierto es que la subida del IVA no es exagerada (estaríamos buenos) pero el detalle ahí queda y es muy probable que sea la puntilla para algunas empresas. Zapatero ha dicho que necesita la ayuda de todos para mantener las políticas sociales, para ayudar a los más débiles. El problema es que con estas políticas, llamémoslas de represión económica, cada vez habrá más débiles y, por tanto, cada vez el Estado nos pedirá más dinero para ayudarles. Si la citada espiral entra en funcionamiento, llegaremos a un punto en que lo público será más grande que lo privado y que los débiles serán mayoría. Antes de que ocurra eso, cundirá el pánico, imperará el “sálvese quien pueda”, nadie se fiará de nadie y todo el mundo sabrá qué es la argentinización.
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