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martes, 1 de diciembre de 2009

ANONIMATO

Vivimos en un mundo en el que ser anónimo es una ventaja. El que tiene carnet de identidad, número de afiliación a la seguridad social, número de identificación fiscal, número de cuenta bancaria y nómina es un pringado. A la mínima, te buscan te encuentran y te embargan. La inmensa mayoría somos eso: pringaos.

Pocos hay que se libran de la quema. Principalmente dos grupos: los indocumentados y los ricos. Yo a estos les considero gente que goza de más libertad que los demás. Es gente libre de verdad.

Un ejemplo de indocumentado sería un inmigrante ilegal que no habla o no quiere hablar nuestro idioma. En la mayoría de los casos cometen delitos de poca monta y como es mucho follón para el poli de turno llevarle a comisaría, preguntarle, etc, le dejan por imposible. Por el contrario, si cualquiera de los españolitos con nómina hurta un libro de El Corte Inglés, aparca en zona de estacionamiento regulado o se salta un semáforo, la ha cagado.

Un ejemplo de rico libre sería el empresario sinvergüenza que crea una sociedad, la lleva a la quiebra riéndose de proveedores y trabajadores, la liquida, luego crea otra y así sucesivamente. No es él quien hace el daño, “es la sociedad”. También los hay que utilizan testaferros para hacer de las suyas. El otro día había una señora llorando ante la tumba de su difunto marido… “Manolo, cuánto te echo de menos….” Y uno que pasaba por ahí le dijo: “Me parece que se ha equivocado, en la lápida pone Fernando”, a lo que ésta contestó: “No, no me he equivocado, es que no le gustaba tener nada a su nombre…”

Y esto es lo que no puede ser.

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